Wednesday 10 August 2011

Desde España


En España. Ya no tiene sentido que siga con este blog; escribo este apartado sólo como clausura. Este domingo hubo un descarrilamiento de tren en India. El tren en cuestión era el mismo que yo había cogido el domingo anterior. Murieron 35 personas y otras 100 resultaron heridas. Yo podía haber estado ahí.
Ha sido raro volver al primer mundo. Ducharse en una bañera, o un plato de ducha que tenga paredes de verdad. En India todas están colgadas en la pared, y tienes que tener cuidado de no poner todo pringado de agua. O lo de tener papel higiénico en el cuarto de baño. Allí no se usa. De hecho, siempre hay un grifo a la altura del inodoro para que la gente se lave. Eso, cuando hay inodoro, que la mayoría de las veces sólo hay el agujero ese en el suelo. Y sobre todo, que esté limpio, y que no huela mal. Cómo aprecio ahora los baños occidentales, siempre prístinos.
Lo del papel higiénico… eso sólo lo utilizan los occidentales. La prueba de ello es que los venden de uno en uno, que me hizo una gracia al principio… Imaginaos en España, nos podemos morir comprándolo así, sobre todo en mi casa, que somos familia numerosa. Y de hecho en Shantiniketan directamente no los vendían. Teníamos que estar a toallitas. Vale, insisto mucho en el tema del cuarto de baño, que a lo mejor no es de muy buen gusto, pero es que es en lo que más se nota la diferencia.
Es muy gracioso cómo algunos temas de conversación que en España pueden ser un poco tabú en India es de lo que más se habla. Por ejemplo, no nos sorprendía si de repente alguien se levantaba corriendo y se iba al cuarto de baño. Teníamos los dos extremos, los que no pisaban el baño y los que no se movían de él. Y como siempre estábamos malos, pues siempre estábamos hablando de eso. En todos los hoteles había cartelitos sobre qué hacer si la diarrea te había noqueado (traducción literal).
Todavía no he escrito a Nilam, pero sí he tenido noticias de Regina. Cuando aterricé en Madrid y encendí el móvil, tenía dos llamadas perdidas del número que me había dado. Se me ocurrió llamar, dije ¿Regina?, y enseguida escuché esa risa tan familiar. Sí que era ella. Entonces, ¿quién leches me había llamado el otro día? No sé. No tengo ni idea de con quién vivirá. En fin. Podéis imaginaros la conversación: ¿camon acho? (¿cómo estás?), y ella, bhalo achi! Tumi camon acho! (muy bien, ¿cómo estás tú?). Y ahí ya no se me ocurrieron más palabras, que estaba grogui de tanto viaje, y entonces aprovechó ella para soltar esas parrafadas que me suelta siempre y yo qué sé, esta mujer no acaba de comprender que yo NO ENTIENDO bengalí. He hablado con ella un par de veces más y ha sido un desastre. Si ya era difícil cuando podía ver los gestos que hacía, por teléfono ya es imposible. Aún así hemos estado por lo menos diez minutos de cada vez y muertas de la risa por la situación. Ya está bien por el momento, que cuando venga la factura de teléfono sí que voy a morir y no precisamente de felicidad. Pero por lo menos es una manera de no romper el contacto.
Ésta es la última entrada del blog. O al menos, en lo correspondiente a este viaje. Porque echo tanto de menos aquello que sé que voy a cumplir lo prometido a la sister: voy a volver allí. No estarán los mismos voluntarios, pero quizás pueda ponerme de acuerdo con algunos para ir en las mismas fechas. Sí estarán las massis y muchos niños de Shishu. Y además, me queda pendiente conocer un poco de India, no sólo Calcuta. Que ése era mi plan inicial, viajar por el norte, lo que pasa es que al final se me hizo tan adictiva que quise aprovechar hasta el último día allí. Total, que está claro. Tengo que volver.

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