Wednesday 15 June 2011

Lugareña


14 de junio
Llevo más de cinco semanas en India y una ya siente que tiene la vida hecha aquí. Por la mañana, desayuno en la Mother’s House con todos los voluntarios. El desayuno, chai (té con leche), pan de molde (seco) y un plátano (con suerte grande, pero los he visto del tamaño del dedo corazón, jamás los había visto tan pequeños). Luego se reza un par de oraciones, se canta una canción y se despide a los voluntarios que se vayan a marchar ese día. Esa es la parte más triste.
Serán las circunstancias, será el tipo de gente que viene a hacer voluntariado. El caso es que las relaciones que se establecen aquí no siguen el proceso de una relación normal. Trabajas un día con un nuevo voluntario y ya te vas con él (o ella, pero no voy a estar poniendo él/ella cada vez, así que de ahora en adelante ya sabéis) a comer, a visitar algo y puede que incluso a cenar. Si encima se organiza una quedada, pues ya has pasado el día entero con él. A los dos días ya estás lista para compartir habitación con él, lo que jamás harías en España.
Pero las conversaciones que se tienen aquí… esas conversaciones tienen mucha culpa. Hablas de cosas que apenas mencionas en España o de donde vengas. Hablas de Dios, de la vida, de tu futuro, de qué te impulsó a venir a la India. De hecho, hoy ha sido una de las pocas veces que he hablado sobre salir de fiesta. Parece algo tan trivial aquí, tan… que no viene a cuento, vaya. El caso es que se crean lazos muy fuertes entre los voluntarios.
Y claro, cada día llegan nuevos voluntarios, pero también cada día se van. Es como la vida misma, unos llegan y otros se van, y la vida sigue igual, un día te llenan la existencia y al día siguiente ya no están, lo notas por un rato pero luego enseguida te adaptas a la nueva situación. Conoces mucha gente, y cada persona te enriquece un poco más, porque compartes cosas importantes. Ayer, por ejemplo, junto con una chica española y otra chilena, nos sentamos a decidir nuestro futuro. Así, tal cual. Compramos unas cervezas, preparamos papel y lápiz, y nos pusimos a hacer la famosa lluvia de ideas para averiguar qué queríamos de nuestra vida. No sé, es algo que no te paras a hacer en España con dos perfectas desconocidas.
Sigo con la rutina de cada día, que si no me pongo sentimental. El desayuno es hasta las siete y media. A las 8 se empieza a trabajar. A las diez es el tea time, y normalmente las masis (las mujeres que trabajan con las Misioneras de la Caridad que no son monjas) cinco minutos antes ya te están echando para que vayas a por tu té. A veces parece que les molestamos más que les ayudamos. Sobre todo los primeros días. Tienen un sistema de trabajo determinado y el hecho de que estés revoloteando alrededor las pone de los nervios. Pero claro, te intentan decir algo en bengalí y te quedas igual, y es muy frustrante. Al principio. Luego le pillas el truco y hasta aprendes algunas palabras, las más básicas. Suficientes para comunicarte con ellas. Mi típica conversación sería:
Yo: good morning, sami. Amalam Sara. Today (gesto con el brazo indicando hoy, o eso espero), wash? (gesto haciendo como que lavo)
Sami: aa (gesto típico indio, ladean la cabeza para decir que sí, que vale, pero hasta que lo pillas sufres unos cuantos malentendidos, porque parece que dice que no). Chalo!
Ya.
(He dicho básico).
Bueno pero aquí va un diccionario de las palabras que sé.

Amalam: me llamo
Ami: yo
Aste: espera, para.
Bos: siéntate (muy útil para las clases de los más chicos, pequeños diablos…)
Calque: mañana
Chalo: venga, vamos
Donovat: gracias
Kana: comer
Jamba: cabra (hay una palabra casi idéntica a jamba que significa beso en bengalí, pero sólo consigo acordarme de esta).
Pani: agua

Y ya. Pero no solo hay que aprender bengalí. También hay que aprender a rezar en inglés. O a mí por lo menos me ha tocado. La semana pasada, mientras hacía la colada (de los 70 niños que hay en la casa en que trabajo, Shishu Bavan), estaban conmigo dos monjas. Para aprovechar el tiempo, se pusieron a rezar el rosario y me invitaron a rezarlo con ellas. Yo les dije que no sabía y ellas me dijeron que no pasaba nada, que lo rezara en mi lengua. Insistí en que no sabía, ni siquiera en mi lengua, y me preguntaron sorprendidas, ¿pero tú no eres católica? Yo no sabía dónde meterme, les dije que sí, sólo que no muy buena. Entonces decidieron poner en práctica su nombre (Misioneras de la Caridad) y convertirme en una católica como Dios manda.
Hacer la colada no es fácil. Y era mi primer día. Te meten en una pila enorme que llenan de agua (y de ropa) y tienes que saltar y hacer jogging (así me lo dijeron, literalmente) encima de la ropa. Si encima lo haces aprendiendo a rezar el rosario en inglés, te mueres. Trastabillando, preguntando cada dos por tres qué tocaba rezar, cuántas veces había que decirlo, cómo se decía en inglés, llegó la hora del tea time más rápido que nunca. Pensé que la cosa quedaba ahí. Ingenua de mí. Ayer, mientras raspábamos camas (todavía quedan. La hermana me dijo la semana pasada que en dos semanas se acababan. Hoy me ha vuelto a decir lo mismo. Y yo no dejo de ver camas con la pintura quitada. Creo que sueño con ellas) vino una de esas monjas. Me propuso rezar el rosario, ya que yo le prometí aprender a hacerlo. Digamos que lo prometí con la boca chica, no pensé tener que ponerlo en práctica. Así que me tuvo que volver a guiar durante todo el rezo. No es que me riñera por no haberlo aprendido, faltaba más. Pero la cara de decepción que puso me partió el alma y esta mañana antes de ir a Shishu Bavan me dediqué a memorizar el Padre Nuestro en inglés. Y mira tú por dónde, hoy no vino a rezar conmigo. Así que cuando me la crucé yo toda orgullosa se lo recité. Según acabé, me dijo: ¡Muy bien! Ahora podrás venir todas las tardes a rezar el rosario (todas las tardes, a las seis y media, muchos voluntarios van a la Adoration, a rezar el rosario). Yo ya estaba arrepintiéndome interiormente de haberme aprendido la oración cuando de repente se le iluminó la cara y me dijo, ¡y a la misa de la mañana también!
Ah, no. La misa de la mañana no. Es a las seis de la mañana y las seis es MUY temprano para mí. Me volvió a poner su cara de decepción y me volvió a partir el corazón, pero siendo realistas no iba a ir, así que como pude le dije que no.
Hay muchos voluntarios que se levantan a las cinco y media para ir. Yo me levanto una hora más tarde. Suena muy temprano, pero en realidad no es tanto, porque amanece muy pronto. En todo caso, me costaría mucho tener que levantarme una hora antes para ir a misa. Y muchos voluntarios sí que lo hacen porque son mucho más católicos que yo. También los hay ateos, pero la mayoría son buenos católicos. Sobre todo me impactan los americanos. Os acordáis de las mujercitas, ¿no? Pues son de un estilo. Cuando vamos al restaurante todos juntos, suelo ser la única que no da gracias antes de empezar a comer. Te sientes hasta mal.

15 de junio
Según he entrado a trabajar, la monja ha venido directamente a mí y me ha dicho que no he ido a misa esta mañana. Ha vuelto a poner esa cara que me parte el alma. Y me ha dicho que ha rezado por mí (es oficial, soy una oveja descarriada). Me he sentido tan mal que ya le he dicho a mi compañera de habitación que el viernes sin falta me levanto con ella. Iré a misa, hala. Está decidido. Pero sólo una vez, ¿eh? Cualquier cosa con tal de que no me vuelva a poner esa cara.
Por cierto que el viernes viene el monzón. Lleva avisando un par de días, que ha llovido más de lo normal. Por lo visto la calle de mi hotel es una de las que peor se ponen. Quizás sólo podré salir en rickshaw, el carrito tirado por un hombre, pues son los únicos vehículos que pueden andar por las calles anegadas por encima de la rodilla. A lo mejor en España te meterías. Aquí sería un suicidio, con toda la mierda que hay acumulada en las calles. Total, que no nos va a quedar más remedio que usar el rickshaw para ir a trabajar, probablemente. Hoy ya lo hemos cogido para volver al hotel. Vas como un maharajá ahí arriba, pero te sientes fatal de ver al pobre hombre tirando de ti como si fuera un buey. Por otra parte, de todos los que se dedican a los medios de transporte, son los más pobres, y si no los usas se mueren de hambre. Están todos esqueléticos. ¿Qué hacer? Menos mal que con el monzón, con esto de que son los únicos que pueden andar por las calles, se forran.

1 comment:

  1. Me fascina el tema de las conversaciones profundas, hablando de lo importante de verdad, con casi-desconocidos que se convierten en amigos por necesidad, supongo. De lo único que estoy seguro, además que será una gran experiencia para ti, es que vendrás hablando bengalí, con tu facilidad para los idiomas...

    Mientras dejo esto por aquí:

    যখন আপনি ফিরে আসা, আমরা একদিন দেখা এবং চা আছে

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