Wednesday 13 July 2011

Espectáculo de danza

¡¡¡¡¡Qué orgullosa estoy de mis niñasssss!!!!! Estoy TAN orgullosa. Esta mañana la hermana me dijo que unas de las niñas tenían una representación esta noche, que si podía ir para hacer fotos: le dije que sí y allá que nos presentamos tres de las voluntarias. Nos montamos en la furgoneta con ellas; iban vestidas como princesitas, maquilladas, con pulseras, tobilleras y mil abalorios más: para comérselas. Bailaron dos canciones las más pequeñas y luego la mayor bailó otra ella sola, una danza que improvisaba según iba sonando la música. Se llama Mary, tiene 14 años y es la mayor de todo Shishu. En realidad tiene un padre adoptivo ya, pero su madre adoptiva murió y como sin ella su casa era un caos decidió volver a Shishu hasta que acabara la escuela.
 ¿Cómo describir la danza india? Tiene unas contorsiones imposibles y todo ello sin perder ni un poquito de elegancia; hacen sonar las tobilleras y hoy era súper gracioso, porque cuando había algún paso que no se sabían, todas seguían a la que manejaba el cotarro, frunciendo el ceño de pura concentración para no perderse.
Hace un par de semanas ya fui a una representación parecida, en una escuela de baile. También eran niños y fue genial; insisto, es increíble que se pueda seguir el ritmo de una música haciendo esos pasos tan complicados.
 El viernes me pegué uno de los sustos más grandes de mi vida. El cielo estaba negro tizón y hacía un calor inhumano. Iba a caer la gorda y nosotros estábamos de camino al dispensario, llegando. Yo, rezando para que aguantara hasta que estuviéramos a cubierto.
En un momento dado hay que cruzar una pasarela que va por encima de la calle. Pues bien, cuando estábamos llegando al otro lado, se oyó un trueno y vimos un rayo caer cerca, y a renglón seguido oímos un estallido y vimos otra luz: un cable había explotado a menos de un metro de donde estábamos.
Me quedé como alelada, confusa; porque en un principio no sabía muy bien lo que había pasado. El estruendo no se parecía a nada de que hubiera oído antes, y lo primero que pensé fue: una bomba. Uno de los voluntarios se reía, pero ni a la otra chica ni a mí nos hizo la menor gracia. El rayo había caído en el patio de un hospital, pero había mucha gente allí y no pudimos ver exactamente dónde.
Cambiando de tema, por fin me he enterado de toda la historia de Regina. A finales de mes la echan a lo peor, dice ella que porque algunas massis tienen celos de ella y se han ido a quejar a la hermana. Dice que la hermana la quiere mucho y eso les fastidia. No sé; pero sí sé que hoy una massi me ha preguntado que dónde estaba mi reloj. Mi reloj que sólo llevé un día a Shishu porque se lo di a Regina al día siguiente de comprarlo. Porque estaba harta de que ella me trajera cosas todos los días y no se me ocurría qué otra cosa ofrecerle. En España no hubiera tenido mayor problema en regalarle algo a una muchacha de su edad, pero en India…los gusto son TAN diferentes que cualquiera se atreve. Total, que espero no haberla liado dándoselo.

Bueno, ¡revolución hoy en el tea time! La nueva voluntaria hablaba perfectamente inglés y bengalí e inmediatamente la hemos puesto a que hiciera de traductora entre massis y voluntarias. Así me enteré de que siempre habían querido hablar conmigo, pero no se atrevían porque no sabían mucho inglés y les daba vergüenza. Ha sido una frustración por ambas partes todo este tiempo. Todas estaban de acuerdo en que les habría encantado haber podido aprender más, pero tuvieron que dejar pronto el colegio. Así que por la tarde compré dos libros de Inglés-Bengalí para que quien quisiera se pusiera al día con la lengua. Y como no quería que volviera a pasar lo del reloj, se los di a la hermana para que los repartiera ella.
Regina me explicó haciendo la colada que ella sólo sabe leer y escribir bengalí. La otra massi que trabajaba con nosotros nos comunicó ufana que ella sí que sabe algo de inglés y dijo que sus hijos también. Regina agachó la cabeza y al cabo de un rato dejó de lavar ropa y se fue a sentar. Cogió una Biblia que una monja había dejado allí cerca y la abrió. Me senté a su lado. “English”, dijo. Se señaló a sí misma y añadió: “No”. Con voz triste. Había un mapa de Israel. “Map”, señaló. Entre Esther y yo le intentamos explicar dónde estaba la India y dónde España. Se ha quedado con la idea de que debemos de venir de muy lejos.
 Esther es una nueva voluntaria, y sólo nos aceptan a ella y a mí para hacer la colada. Christa, que lleva casi un mes en Shishu, quiso unirse hoy y una de las massis no la dejó.
Todas asumen que mi prefe es Regina. Pero tampoco es justo. Es mi prefe porque es la única que se dignaba a hablar conmigo. Porque al principio eran la mar de rancias, me ha costado muchísimo ganármelas, y con ella nada. Le hacías cuatro bobadas y enseguida te seguía el juego. Hoy me he reído muchísimo en la canción de inicio de jornada. Canta genial, pero la canción es aguda a más no poder y tenía que carraspear todo el rato. Christa y yo nos mirábamos y nos teníamos que reír; contagiábamos a Regina; entonces las otras massis la reñían; ella se ponía seria y me daba un codazo para que paráramos nosotras también, pero no había manera. Por cierto que no está segura de su edad porque la recogieron las monjas cuando era pequeña y ellas la criaron. No sabe si encontrará trabajo; pero Ankita (la voluntaria traductora) me dijo off the record que iba a ser muy difícil, porque la gente no quiere contratar a viudas. Creen que trae mala suerte, Y estoy preocupada por ella, ¿Qué va a hacer si no?

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