Thursday 7 July 2011

Con un poco de retraso...

21 de junio
Trece días: ¡me quedan trece días en Calcuta! Y de repente descubro que es adictiva; que le he tomado cariño y que no me quiero ir: toma ya; quién me lo hubiera dicho esa primera semana en que no sabía en donde meterme:
me encanta ir a trabajar a Shishu; me lo paso pipa yendo de aquí para allá;  le he pillado el tranquillo y ya no hay marcha atrás, me encanta. Me he esforzado por ganarme a las massis aprendiéndome sus nombres; tarea nada fácil cuando tienen Nombres como Dipali; Sunitja; Nirmala; Bjalou; etc. Y tengo mi favorita, claro: Regina. Ya que no puedo tener un niño favorito, por lo menos una massi favorita. No tiene ni idea de inglés y yo por supuesto de bengali tampoco, así que nuestras conversaciones son un cuadro. Me lleva a rastras cuando las massis se reúnen para rezar, me pega manotazos si ve que cruzo los brazos durante la oración, y me riñe si ve que me quito el bindi (el lunar rojo que suelen llevar en la frente).
Me quiere indianizar  a toda costa; ayer se empeñó en redecorar mi pulsera (su apaño se ha roto;  así que me ha dicho que mañana me traerá un hilo para arreglarlo) y hoy me ha plantado dos horquillas en el pelo. Su gran ilusión es que vaya un dia vestida con un sari, pero todavía no he conseguido hacerle entender que no vale la pena porque no me lo pondría JAMAS en España. Tiene veintisiete años, es viuda y tiene un hijo de nueve años; por Dios, ¡si solo me lleva tres años! Se sabe que es viuda porque ya no puede llevar el bindi rojo; como mucho puede dibujarse un lunar negro.
Hoy estaba fuera de sí con otra massi. A ver, normalmente siempre se gritan entre ellas, así que al principio no noté nada raro. Pero de repente, las tres hermanas que estaban haciendo la colada la rodearon y la intentaron calmar; ella por supuesto no les hacía ni caso y seguía dando voces. La hermana en cargo dijo que desistía; que estaba mal de la cabeza y que cuando se ponía así no había nada que hacer. La verdad es que estaba irreconocible; su alegría habitual se había esfumado completamente.
No es la primera vez que se enfada con esa massi; el otro día nos dijo algo malo de Regina y cuando le pedimos a una niña que nos tradujera, Regina no quiso. Además se puso muy triste, y como es mi favorita, pues ahora la otra me cae muy mal. También es cierto que tiene cara de mala leche y eso quieras que no te condiciona.
Hoy estoy hecha polvo: quise levantarme para ir a misa, pero no pude (sí, está hecho, ya que me quedan tan pocos días, ¿por qué no ir?). En la lavandería estaba hoy la hermana que el primer día se empeñó en que rezara el rosario con ella. Como vio que ya me lo sabía, directamente y me preguntó que por qué no me metía a monja. Me quedé en estado de shock. Le dije que no y me preguntó, ¿pero por qué no?

¿Por qué no? Podría haberle dicho mil cosas: porque Dios libre al mundo de una monja como yo; porque a ver quién me tiene a mí encerrada en un convento, levantándome a las cuatro de la mañana para rezar, teniendo que obedecer todo lo que se me diga sin rechistar. ¡Si llevo tres días seguidos yendo a misa y es mi récord personal! Pero bueno, básicamente, porque no. Total que sólo se me ocurrió responderle que no era lo suficientemente buena persona para ser monja. La discusión quedó ahí y más tarde, mientras yo estaba cambiando las sábanas, entró ella en la habitación. La saludé y me aparté para dejarla pasar. Me sonrió, me tocó la cara y a lo Jesucristo Superstar me dijo: sí que eres lo suficientemente buena.
Una amiga mía se ha reído ya de mí y me ha dicho que tenga cuidado, que voy a volver con el cerebro lavado.
No es eso para nada: es que estas monjas son diferentes. Creen de verdad en lo que hacen, y son felicísimas haciéndolo. Tienen tanta fe, tanta paz interior, que te la transmiten de sólo estar con ellas. Yo soy un poco cínica con respecto a la Iglesia católica, pero aquí no puedo; y cuando la sister me dijo eso, sentí que tenía que explicarme. Le dije que yo admiraba la capacidad de sacrificio que tenían ellas todas, pero que yo no tendría fuerzas para llevar la vida que llevan ellas. Me contestó que era normal, que esa fuerza te la da Dios cuando te llama. Claro, le dije; entonces lo que pasa es que a mí todavía no me ha llamado. Y ahí ya me aclaró ella: no tiene por qué ser para monja, ¿eh? Yo, obviamente, aliviada.
Por cierto que ha sido la primera persona que me pregunta mi nombre: es curioso; yo partiéndome la cabeza con la gente; y aquí les da tres leches: mira que solo somos dos voluntarias, ¡que no es difícil! Pues no; con el “aunty, aunty” tienen suficiente. Que una lleva mes y medio aquí y que ya era para que te llamaran por el nombre, pero no. Solo Regina y ahora esta sister lo saben. Frustrante, cuanto menos. 
Me dura el efecto tranquilizador de la hermana Ciara (se llama así). Me encantaría poder guardarlo en algún lado, un sitio que esté bien cerrado; no sé, envasarlo al vacío estaría bien, para que no se disipara ¿entendéis a lo que me refiero?
Estoy mala; tengo un resfriado atroz porque no hay día en que no me moje tres o cuatro veces; estoy hecha polvo continuamente y sin embargo trabajando me viene una energía de no sé dónde; una alegría que hace que siempre tenga una sonrisa en la boca… Esto lo hace la India nada más. Por eso no me quiero ir.

1 comment:

  1. Mira a ver si vas a acabar formando parte de Españoles por el Mundo jaajajajajajaj no te quedes pahí eh!!!!! tu vuelve que te echamos de menos :)

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