Friday 13 May 2011

Cambios


11 de mayo
Hoy he conseguido ir al cyber sin perderme. Me he sentido la mar de realizada. Y nada más salir de casa, oí unas voces y vi a un hombre correr detrás de tres monos. Estaban comiendo una fruta, probablemente “prestada” de su casa. Son enormes los bichos esos.
Bishnu se ha ido a Calcuta a buscar a la nueva voluntaria. Y en su ausencia todo es mucho más relajado.
Hoy he dado mi primera clase. No me lo esperaba y no sabía muy bien qué hacer, pero Ruth y Marnie estaban allí para guiarme y ha salido todo muy bien. Era el grupo red, el de los pequeños. Les he hecho escribir el alfabeto, leer números, y luego han cantado algunas canciones. En la yellow class, como no dejan de venir nuevos alumnos, he tenido que formar un grupo aparte y mientras Ruth daba la clase normal yo me puse con estos a ver en qué nivel estaban. Mañana irán al red, casi ni sabían las letras, y es normal, si no han venido nunca a esta escuela… Bastante que saben ya dos idiomas de por sí, el bengalí y el shantali. Pensé que no tendría paciencia con ellos, pero es imposible no tenerlas. Si alguno no sabía la respuesta, yo se la susurraba al oído, y había que oír la carcajada de puro deleite que soltaba. Y el resto también, al ver que la profesora hacía trampas, (yo  había prohibido terminantemente decir la respuesta a quien no hubiera preguntado).
Ya me voy haciendo con los nombres. Bueno vale estoy exagerando, quiero decir que alguno me va sonando, pero al día siguiente se me vuelven a olvidar. Y los muy… siguen riéndose de mí. Pero qué quieren, con nombres como Sonnali, Lobomi, Parvati, Shi Shankar, B’Joy… Que sí, así escrito no parecen tan difíciles, pero lo complicado es descifrarlo en el momento en que lo pronuncian. Y si por un casual acierto a la primera, entonces se quedan decepcionados. Pero ahora han descubierto que sus apellidos también se me dan muy mal y han vuelto a la carga.
Hay cuatro hermanos que destacan. Son Suma, la mayor, Kila, Pattu y Taroon. Suma tiene entre 15 y 19 años, depende del día (cada vez nos dice una edad diferente). Habla inglés bastante bien, y también sabe hindi, bengalí y santali. Hoy me ha escrito mi nombre en todos los idiomas. El santali tiene una escritura preciosa.
Kila es un hacha en fútbol. Sería normal en España, pero aquí, como no hay muchos balones, no se les da muy bien. Excepto a estos tres hermanos. Además, Pattu podría ganarse la vida haciendo break-dance. Y Taroon… es un fuera de serie. Tiene 10 años (u ocho, u once, también depende del dia). Todos los hermanos son muy inteligentes, pero lo de este muchacho es excepcional. Está en el blue group, es el más joven pero el más avanzado a la vez. Nos ayuda con los pequeños, traduciéndoles porque muchas veces no conseguimos explicarles lo que queremos hacer. Y si ve que no lo necesitamos se mete en una de las habitaciones a escribir todo lo que hemos dado los días anteriores. A veces lo oigo desde el porche, donde damos clase, decir muy despacito lo que está escribiendo, como si estuviera salmodiando algún mantra. Se está siempre riendo… en resumen, que todavía no conseguido encontrarle ningún defecto.
Como Bishnu no llegará aquí hasta mañana por la noche, hemos decidido dar un golpe de estado y hacer una fiesta mañana. Hemos inventado una buena excusa (supuestamente Marnie se va a casar, y justo justo se ha enterado hoy la muchacha). Así que les vamos a hacer sándwiches, les compraremos una bolsa de patatas y una barra de chocolate a cada uno y pasaremos la tarde haciendo juegos. Nos hemos estrujado la cabeza pensando en los más sencillos de explicar.
Todo esto vino porque comentábamos lo flacos que estaban algunos. Hoy me fijé en las piernecillas de uno. No solo estaba escuálido. Además tenía la piel a escamas, como la de un pez. Hemos concluido que por lo menos un día les vamos a dar algo con grasa. Es que parece que todo lo que comen aquí está pensado para dietas: arroz, patata, roti (torta de pan). Y ellos probablemente sólo comerán arroz.
A ver qué tal mañana la fiesta. También hemos pensado que podríamos dar clase por la mañana. En realidad, cada alumno sólo recibe media hora de clase, y eso no es nada. Bishnu no va a estar de acuerdo, pero si nos ponemos todas en su contra, quizá ceda. Sé que no debo ser yo quien lo plantee, porque enseguida me enciendo con él y así no voy a conseguir nada. Le fastidia que nos queramos acercar tanto a los niños. Si ve que nos queremos sentar en el suelo con ellos, enseguida le ladra a alguno para que nos traiga una silla. Quiere mantener a toda costa una barrera entre ellos y nosotros, como diciendo que ya se pueden dar por contentos porque él, el magnánimo, ha traído gente de Europa para darle unos minutos de clases. Me repatea. Así que habrá que aprovechar al máximo mañana.



12 de mayo
¿Cómo puede cambiar todo tanto de la noche a la mañana? ¿Literalmente? Y sin embargo el día había empezado tan bien. Nos levantamos las tres, tomamos un buen desayuno (con mermelada de piña,  que nunca la había probado) y a las 11 ya estábamos listas para la compra. Y allá que fuimos, yo con mi bici morada, ellas a pie (no les gusta ir en bici, yo la ofrecí, que conste). Fuimos al mercado de la estación de Bholpur, que es el pueblo que está al lado, y anduvimos de tienda en tienda vaciando estanterías enteras de bolsas de patatas fritas. Necesitábamos 100. Quien haya tenido hoy antojo de ellas en Bholpur se habrá llevado una ingrata sorpresa. Conseguimos también galletas y luego, en la pastelería, otras 100 “cakes”. Íbamos cargadísimas, yo con una caja atada atrás en la bici y ellas con una bolsa tamaño XXXXL con todas las patatas fritas. Todo el mundo se paraba a mirarnos.
Un calor… más de 40 º, y estas pobres almas inglesas, que jamás habían pasado de los 30, derritiéndose a cada paso que daban. Pero conseguimos llegar después de dar algunas vueltas. Marla nos recibió allí y le dimos un pastelito. Lo tomó como día de Oportunidades y enseguida llamó a sus amigas del vecindario para que vinieran una a una a por su pastelito. Vimos un rato la tele, la mar de relajadas, y cuando ya íbamos a coger las cosas para irnos a la escuela, sucedió la desgracia. La voz de Bishnu retumbando en el pasillo. Corrí a su apartamento (¡error!) para avisar a Marnie y a Ruth. Acto seguido entró él y según me vio empezó a gritarme que ya me había dicho ayer que no podía entrar en su apartamento con las zapatillas puestas, que por qué lo estaba haciendo otra vez. Le dije vale vale, ya salgo, lo siento, y siguió y siguió y siguió. Se supone que es por el polvo, pero digo yo que tampoco será para tanto.
A todo esto, la nueva voluntaria, Ann, seguía la escena con ojos como sartenes. Cuando salí la emprendió con Marla, no sabemos lo que le habrá dicho. Total que cogimos las cosas y nos fuimos dejando a la pobre recién llegada allí. Se nos había estropeado el día, pero todavía no sabíamos cuánto.
En la escuela, poco a poco fueron llegando los niños. Los sacamos a jugar y el único juego que triunfó fue el “duck duck, goose”. Más que nada porque fue el único que conseguimos explicar. Lo intenté con el del pañuelo, pero cada vez que decía un número corrían todos a por mí y lo acabamos dejando por imposible. Cuando la mayoría llegó les repartimos las golosinas. Los hermanos Taroon (cómo no), Pattu y Khila nos ayudaron. Algunos hacían trampas y se guardaban las cosas. A mí me hubieran engañado, pero a ellos no. Qué caritas ponían Dios mío, para comérselos. Y muchos venían y nos querían dar alguna patata. ¡Pero si la cosa era darles de comer! Así que les decíamos que no, aunque con Suma no tuve la oportunidad porque me la puso directamente en la boca. Cuando acabaron seguimos con los juegos, y todos querían que nos sentáramos a su lado en el círculo. Te llamaban la atención diciendo: ¡Yes Sara yes! Todavía me parece oírlos. También decían eso en clase cuando querían que les corrigieras algo.
En algún momento llegó Bishnu con Ann. Ann vino enseguida y el otro se quedó hablando con sus acólitos. La pobre mujer nos dijo que se había sentido fatal, que Bishnu le había dicho que se quedara en su habitación pero que ella quería dormir con nosotras. Le dijimos que por supuesto. Luego yo me fui a jugar al fútbol con los niños (una vez que juegas con ellos a algo, ya tienes que hacerlo el resto de días). Ami keli football (yo juego fútbol), les dije. Y de nuevo, carcajadas. Qué quieren, en cuatro días mi bengalí no da para más.
Hoy fue un día especial, perfecto, como si todos nosotros, voluntarias y niños, presintiéramos lo que iba a pasar. Con los pequeños jugué a lanzarlos en el aire (tras el décimo lo tuve que dejar porque la espalda me estaba matando), con los otros a la comba, al fútbol…
Entre juego y juego oí a alguien gritar: ¡Rodríguez, Rodríguez! Era Pattu que quería que le hiciera una fotografía saltando. Ya dije que era un prodigio físico.
Y cuando Radhika acabó de correr su competición por el caramelo (cuando había muchos, cada uno se llevaba uno; cuando quedaron sólo un puñado, los lanzaron al aire para que ellos lucharan por conseguirlo, como quien arroja un cacho de carne a los leones…), cuando Radhika acabó, iba diciendo, la recluté junto con otras tres muchachitas para recoger todas las bolsas de patatas que habían dejado por el suelo. Fuimos haciendo carreras y en cinco minutos lo volvimos a dejar todo como la patena. Entonces, en cuanto vieron el caramelo de recompensa, ante mi mirada atónita fueron corriendo a la orilla del camino, tiraron toda la basura allí y vinieron corriendo a por su premio. Ruth lo vio todo y se echó a reír, y yo me quedé la mar de frustrada. No hay manera de inculcarles algo de medioambiente a estos muchachos.
El sol se estaba poniendo, teníamos todo preparado para irnos cuando de repente Bishnu gritó: NO SCHOOL TOMORROW. Las cuatro nos miramos enseguida y Ruth explotó, ¡me voy! Hoy mismo hago las maletas y me voy.
Porque sabíamos por qué lo hacía. Llevaba toda la tarde sin hablarnos, le había fastidiado (esto es un blog, no voy a decir palabrotas) que hubiéramos organizado una fiesta sin su permiso, y más que les hubiéramos dado todas esas dulzainas. La vez que Ruth y Marnie le propusieron que en su fiesta de despedida dieran una merienda con sándwiches, él les dijo que pan seco, un huevo y como mucho un plátano. Algo así fue lo que tuvieron el día de inauguración de la escuela. Volver de Calcuta y ver toda esa comida le volvió loco. Y todo empezó a complicarse.
Si no hay escuela mañana, nos vamos, decían las tres inglesas. No me podía creer que eso estuviera pasando. ¿No iba a poder ver a Rhadika, a Taroon, a Pattu otra vez? Los niños empezaron a notar que algo raro estaba pasando y nos rodearon enseguida, preguntando, Monday, yes? See you Monday? Monday school!! Y cuando oí a Ruth decir “maybe”, se me cayó el alma a los pies. Empecé a despedirme de ellos en serio, por si acaso. Darles la mano no me parecía suficiente. Pregunté si se podía dar besos y se pusieron todo alborotados. Yo le decía a Rhadika, anda ven dame un abrazo que igual ya no te vuelvo a ver, y ella se pensaba que le estaba tomando el pelo (vaya por Dios, justo esta vez no), y no hacía más que decir, no no no no. Taroon vino también, su carita toda seria, a despedirse. ¡Ay!
De vuelta al apartamento, conciliábulo. Estábamos las cinco, Marla incluida (que hacía unas caretas cuando salía el nombre de Bishnu la mar de ilustradoras. Vamos, que ella también le aprecia inmensamente). Ann fue a preguntar a nuestro amado (apréciese la ironía) mentor, como novata que era, por qué no había escuela “tomorrow”. Cuando volvió, fue el golpe de gracia. “Girls, I’m so out of here”, dijo, o séase, que se iba echando leches, porque nuestro Bishnu le había dicho que mañana era imposible irse, porque iban a saberse el resultado de las elecciones y pondrían bombas (¿!) en las calles y habría revueltas y no sé qué más. Eso les acabó de decidir, y yo me uní a ellas.
¿Qué podía hacer? Estaba claro que planeaba guardarnos en su harén el tiempo que hiciera falta, que nada iba a cambiar. Él quería a las voluntarias simplemente para darle compañía en su apartamento. ¡No habíamos venido para eso! Y no nos podíamos quedar a dar clases a los niños, aunque fuera en una choza cualquiera, porque él no les dejaría. Como Marnie dijo, al fin y al cabo, nosotros sólo estábamos aquí por unas semanas, él se quedaba y los críos no podrían hacer otra cosa más que obedecerle a él, su “benefactor”. El gran (palabrota) debe de ser una especie de caciquito aquí.
Y ahora se impone explicar algunas cosas. Bishnu la había tomado conmigo desde el principio. Cualquier cosa que hiciera le ofendía sobremanera, mientras que con las otras era indulgente en todo. Ellas lo sabían y por eso me defendían siempre. Esta noche, Bishnu vino unas cuantas veces, y acabó preguntando si teníamos algún problema con él. Ruth le dijo que sí, le explicó lo que llevaba haciendo mal todo el día. Y resumiendo, si me pedía disculpas por haberme gritado, nos quedábamos. Él intentó decirle que todo era por mi culpa, que me dejara marchar, pero que ellas se quedaran. Ruth dijo que ni hablar. Volvió el hombrecito unas cuantas veces, nos devolvió casi todo el dinero, nos llamó un taxi para mañana. Cada vez intentaba convencer a Ruth de que se quedara. A mí obviamente no, le daba tres leches que me fuera. Tenemos nuestra teoría al respecto, de por qué me tiene tanta antipatía. Pero esto es un blog sobre lo que había venido a hacer aquí, así que no procede. Si he puesto todo lo anterior es para justificar mi marcha.
Mañana a las 7 tenemos el tren. Quién me hubiera dicho que volvería a ver a Jess. La llamamos y mañana nos encontraremos con ella, nos ha dado todo tipo de consejos sobre dónde quedarnos en Calcuta. ¿Qué nos espera allí? Hemos pensado que iremos a “voluntariar” con la asociación de la Madre Teresa de Calcuta. Allí seguro que vemos cosas más fuertes, que no sabemos si estamos preparadas para afrontar. Pero como dicen ellas, al menos nos tenemos las unas a las otras. Es curioso lo que nos hemos unido en tan sólo cuatro días.

P.D. Pensar que no volveré a ver a esos niños nunca más… Ruth tenía su favorita, una niña llamada Vishti que siempre decía Fantastic! de una manera que te hacía reírte con todas tus ganas, pero la mía era sin duda Rhadika, y como Ruth dijo, es que siempre estaba pegada a mí, cómo no iba a serlo. Todo por culpa del (palabrota) ese. La única frase que recuerdo del único documental que este señor ha dirigido es: “This hand has touched her face. This hand won’t commit a sin ever again”. Paradójico, ¿eh? Todo lo que predica, de todo ese supuesto bien que hace… este señor es un hipócrita (y no es una palabrota, sólo estoy consta

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