Sunday 15 May 2011

Slums


14 de mayo
De vuelta a Calcuta. Vaya, no pensé que volvería tan pronto. Las cuatro estamos como desorientadas. Jess nos ha aconsejado un par de hoteles. Ya en la estación los taxistas nos dicen que nos cobrarán más caro. Ese día anuncian el resultado de las elecciones y puede haber problemas, así que muchos negocios cierran. Y ellos cobran más.
Luego nos enteramos de que los comunistas habían perdido el poder tras 34 años en el gobierno. Qué pena que me hubiera pillado en el primer día, hubiera sido genial poder acercarme a echar un vistazo. Vale, seguro que me hubiera dado mucho miedo, porque viendo después las imágenes hubo algún que otro jaleo, pero eso hubiera sido periodismo del bueno. En fin, demasiado tarde. No tenía idea de dónde estaba. Bueno, sigo sin tenerla. Llevamos todo el día intentando hacernos con un mapa. Y no hay manera. No me extraña, debe ser trabajo de chinos hacer uno de esta ciudad, con tanta callejuela por ahí suelta.
Hoy ha sido día de relax. En un hotel de lujo, oasis en medio de la miseria. Tiene wifi y una ducha de verdad, quiero decir, separada del inodoro, o sea que te puedes duchar libremente sin tener que preocuparte de que vas a salpicar el baño ENTERO. Ya lo he dicho: todo lujo.
Lo cual me pone en un aprieto. Se supone que he venido a la India para sumergirme en ella. Y hemos cogido lo más europeo que hemos encontrado. Así no me voy a impregnar de la “esencia” de la India para nada.
Los remordimientos no dejan de darme pinchacitos. Pero qué le voy a hacer. Hoy hemos ido a buscar otro hotel más modesto (los hemos visto TAN modestos que nos hemos salido antes de que pasara el primer minuto), y a visitar la casa de la Madre Teresa de Calcuta. Quiero entrar de voluntaria allí. Todo un reto, porque esto no va a ser como los niños felices de Shantiniketan. Esto va a ser más duro. O eso pensaba yo. Pero nunca pensé que tanto.
Después de la visita, de vuelta al hotel, vinimos andando. ¿Habéis visto La ciudad de la alegría? ¿O la habéis leído? Yo sí. Habla de los slums, de esos “barrios” que ni siquiera tienen el grado de barrio de chabolas. No. Son centenas y centenas de metros de acera con gente viviendo en ella. Hombres a los que les falta una pierna, durmiendo porque no tienen fuerzas para hacer otra cosa. Niños esqueléticos a los que sus madres mandan venir a pedirnos dinero. Una niña (me recordaba a Radica, tendría unos 10 u 11 años también) se ofreció a guiarnos un trecho del camino. En una esquina pasamos al lado de un toldo y comentó así de pasada, ¡mira!, ahí vivo yo. Con su padre y su hermana pequeña.
Una manta, un cojín y un toldo por techo. Su casa.
No quise preguntarle por su madre. Le pregunté que si tenía hambre. Me dijo que un poco, que hasta que su padre no volviera no podría comer. Hablaba muy bien el inglés, me contó que había ido a la escuela. Cuando llegamos al sitio, Ruth le quiso dar dinero. Ella dijo que prefería que le compráramos leche en polvo para su hermana pequeña. Le compramos también galletas y caramelos y la vimos marchar, elegante en su sari y su bufanda, sus pies descalzos paseándose tranquilamente por toda esa mierda.
Igualito que nosotras. Pronto descubrimos que las cosas son muy diferentes fuera de Sudder Street, la calle donde está nuestro hotel. Si quieres caminar por la acera, tienes que ir esquivando gente echada, sentada, de pie, cocinando… Nos empezó a entrar claustrofobia. A la vez, cada vez notábamos más el olor de Calcuta. Hay dos muy fuertes: el de la basura (constante) y el de los desinfectantes (a mí me huele igual que el que se usa para las naves de animales). Es un olor que se te entra y no hay manera de evitarlo, que te persigue y que no te va a soltar porque básicamente está en todos los lados.
Pero hubo más. Cuando acabó la parte en que la gente vivía en la acera, empezó la parte en que la gente trabajaba en la acera. Iba por sectores. Empezamos con el automovilístico. Decenas y decenas de neumáticos, faros, lunas, accesorios. El de carpinteros. El de zapateros. El de…, en fin, de repente no pude más y salí a la carretera. Las otras me siguieron. No podíamos aguantar un minuto más allí, sorteando gente, animales, todos ganados por la pobreza, delgados, malolientes. Era demasiado. Avanzábamos con la cabeza gacha, pendiente de los coches que pasaban pitando (cómo no) a nuestro ladito. Llevábamos más de una hora andando, y el calor no ayudaba. No sé mi cara, pero las de ellas se estaban poniendo del color de la langosta cocida. Al final tuvimos que coger un taxi de vuelta.
Al bajar en el hotel, Ruth y Marnie señalaron a tres niños que estaban en la acera de enfrente. Ruth dijo que ya los había visto por la mañana en el mismo sitio. Entonces estaba su madre y acariciaba a los dos más pequeños. Ahora estaban solos y el mayor los tenía de la mano. Ruth compró zumos y galletas y cruzó la calle para dárselos. Si hubierais visto la cara de felicidad del niño… Luego los estuvimos espiando desde la ventana. Salimos a cenar y a la vuelta estaban dormidos. Ruth volvió a comprar fruta y más zumo y me dijo que se lo llevara. Ahora la madre estaba con ellos, así que le di la bolsa, señalé a los niños, incliné la cabeza juntando las manos como hacen por aquí y nos metimos en nuestro oasis.
Sí, tengo remordimiento de conciencia por estar en este hotel. Como dice Ruth, lo peor es estar aquí con el aire acondicionado cuando por la ventana los ves pasando hambre. Y me siento fatal por necesitar este hotel tras la dosis extra fuerte de slums que hemos tenido hoy. No sé si seré capaz de acostumbrarme. Y si acostumbrarme significa aprender a no verlo, volverme insensible a ello, entonces tampoco quiero. Mañana nos hemos dado un día de reposo (descanso cobarde donde los haya, lo séeee), pero el lunes sin falta acudo a las 7 de la mañana a la casa de la Madre Teresa. Jess nos estuvo contando que se trata de trabajar con gente discapacitada, niños huérfanos… Gente de los slums, vaya. Espero poder responder mejor de lo que lo he hecho hoy. 

2 comments:

  1. te das cuenta de la burbuja en la que vivimos??. afortunados por ello, comodidades,lujos... y desafortunados porque con todo lo que tenemos en muchas ocasiones se nos olvida lo preciada que es la vida.. y lo duro que es para 2/3 de este planeta mantenerla... gracias porque me haces recordar cosas, cuando hablas de olores, de las calles, de la gente y de los niños y porque puede que Sierra leona.. Guinea Bissau y la India no sean tan diferentes

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  2. niña, me ha dado por leer tu blog...

    mucho ánimo para la aventura inesperada que te espera a partir de ahora! ya me iré informando por tus post...

    cuidate!

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