Thursday 12 April 2012

Aloo Baba, "Hombre Santo Que Come Patatas"


La mañana siguiente fuimos al templo de Aloo Baba, llamado así porque el Babá que lo habita es conocido por comer sólo lo que dé el monte y patatas (aloo, en hindi). Babás son los hombres santos que lo dejan todo para encontrar a Dios: su familia, su tierra, y los de verdad jamás piden a saco (como los hay a pares en muchas ciudades); yerran por los caminos de la India hasta que encuentran a Dios y su sitio. Así que éste vendría a ser el Hombre Santo Que Come Patatas, y había encontrado su posto nel mondo aquí, en el templo que antes era conocido como de Deru, el dios de los animales. Efectivamente, allí estábamos rodeados de pavos reales, decenas de ellos, y palomas; todas venían a comer en cuanto veían a alguien emerger del templo.
Así que por fin tenía a un Babá de verdad delante de mí. Llena de curiosidad, me puse a preguntarle cosas: ¿tenía de verdad una conexión con Dios? Sí. Raj hacía de apuntador y dijo que la gente venía a él porque les daba mucha tranquilidad de espíritu. Yo le pregunté por qué en la India había tantos dioses, y dijo que había sólo uno, lo que pasa es que tenía muchas formas, y cada uno adoraba en cada momento la que más necesitaba. También le pregunté qué opinaba de Jesús, Alá, Yahvé, y dijo que todos eran el mismo Dios, pero con diferentes nombres. Ya he dicho antes que la permisividad, la flexividad que tienen los indios para aceptar e incorporar otras religiones es fantástica. A sus templos se puede acceder sin ningún problema, jamás despreciarán tus creencias... En fin, y me quedaba otra pregunta en el tintero, ¿qué es el karma exactamente? Pues la conexión con Dios. Si haces cosas buenas, estarás más en contacto con Él, tu karma será más bueno y serás recompensado cuando vuelvas a nacer. Por cierto que si tienes una sintonía especial con un animal, pues también puedes convertirte en uno (y también si te has portado muy mal; por ejemplo, en un escarabajo).
Aloo nos explicó también la dualidad Shiva-Parvati en todos los seres humanos. Parvati es la consorte de Shiva, por cierto. Cada mujer tiene su parte derecha del cuerpo reservada a ésta, y la izquierda a Shiva. Los hombres, viceversa. Porque todos los seres humanos tenemos también algo de divino.
A todo esto, estábamos sentados saboreando el imprescindible chai masala, creo que con leche de búfalo, porque me sabía muchísimo, y el hombre estaba fumando, cosa que indignó muchísimo a Shei, porque mucho dejar todo, y luego estar atado a ese vicio. El hombre se nos disculpó diciendo que empezó hace siete años, que todo el mundo le ofrecía, y que sólo fuma lo que le dan.
Para que Aloo Baba se pueda dedicar plenamente a sus actos espirituales, siempre hay gente a su alrededor que le limpia y le cocina. Sobre todo un hombre, que vive un poco más lejos, en la montaña. Se está preparando para ser un Babá; cuando muera Aloo, él ocupará su lugar. Vimos su morada, dos cañas plantadas en la tierra con un trapo encima en diagonal.
Cuando Aloo llegó a este templo, la construcción era muy pequeñita, perdida en medio del campo. Desde entonces, con las donaciones de sus seguidores, han hecho una carretera para llegar allí, y él mismo ha creado subtemplos dedicados a Shiva, Ganesh (el dios con cara de elefante) y Hanuman (el dios con cara de mono), todo instalado ingeniosamente en la roca, encima y debajo de ella. Aloo incluso nos dijo dónde echar las mejores fotografías. Cuando nos íbamos, le tocamos los pies en señal de respeto, y nos dio su bendición -Que tengáis una buena vida y un buen trabajo- y por un momento sentí como algo especial, como una corriente de electricidad cuando le toqué, aunque acto seguido se acabó el hechizo porque dijo, "y cuando vayáis a los templos no vayáis dejando las cosas que os las roban" y nos tendió la mochila que Shei había olvidado dentro.
Luego volvimos a coger la moto para ir a ver el Ajeval Temple, aún más adentro de las montañas. Éste era un templo mucho más antiguo, con grandes piedras cuadradas estilo romano, mezclado con arquitectura tipo Libro de la Selva. Precioso. Alguien había descubierto una roca con forma de cabeza de elefante, por lo que se la había pintado del color naranja de Ganesh y había hecho que el viejo templo recobrara su vigor. El sitio era simplemente espectacular, entre dos montañas, con sólo el sonido del viento y de los cantos de los pavos reales.

Por la tarde habíamos quedado en volver a casa de Raj para que las mujeres nos hicieran dibujos de henna en las manos. Llegamos y tras el chai (raro, ¿eh?), Mami se puso a la tarea. Con mucha, mucha paciencia, fue trazando mil dibujos en la palma y el dorso de mi mano, mientras íbamos hablando de cosas de mujeres. Sin hombres por delante, con toda la naturalidad del mundo fuimos preguntándoles cosas y ellas a nosotras.
Tara quería irse a vivir a Estados Unidos. Ahora estaba más activa; había pillado confianza y a veces se emocionaba tanto hablando que se olvidaba de traducir para la hermana de Raj.
Creo que era Mami la que más se ocupaba de las cosas de la casa; nos hizo el chai, la henna, y andaba trasteando mientras las otras dos hablaban tan ricamente con nosotras. Tiene sentido; se supone que la mujer india, cuando se casa, pasa a entrar al servicio de la familia de su marido. Mami, por respeto a Raj, que es mayor que su marido, se tapa la cara (pero no por respeto a su cuñada, que es mayor también, o a su suegra, que le dobla la edad). Tiene 19 años y lleva uno casada. No quiere niños, ni uno solo. Es escurridiza a la hora de hablar con nosotros, pero contesta a las bromas cuando se les hace y como buena india se ha reído todo lo que ha querido de mi acento al pronunciar un par de palabras en hindi. También de mis zapatillas, atadas cada uno con un cordón de diferente color (en Shishu, era el tema estrella de conversación entre las massis). Conocía al hermano de Raj, Raussi, antes de casarse.
Nos queda claro que no se pueden casar fuera de su casta, y que son los padres los que lo arreglan todo. Eso sí, dice Tara que si el elegido no te gusta, no hay por qué acatarlo; se comunica a los padres, y que ellos busquen a otro. "Y luego casarte, tener hijos, y ya; ésa es tu vida; la vida es siempre igual para las mujeres en India", dice, resignada.
Las tres, cada una en una etapa diferente de su vida, pero ninguna libre, siempre dependiendo de un padre, tío o marido. Las mujeres indias no pueden viajar solas, por ejemplo. Está terminantemente prohibido. Tara quiere ir a Estados Unidos, pero no cree que pueda a) Conseguir el dinero para el viaje b) Convencer a un hombre de su familia para que la acompañe.
Ella quiere ser médica. Ya ha conseguido dos medallas de excelencia en la escuela, como dijo Raj por la noche, las primeras que hay en la familia. Como la chica (tiene 13 años) apunta maneras, la ha sacado de la aldea y se la ha traído a la ciudad, a una buena escuela. La trae y la lleva al cole y está muy orgulloso de ella. Al mismo tiempo, él es el hombre que manda en su vida. Yo me moriría si tuviera que hacerme a la existencia de una mujer en este país.
Ellas tampoco están muy conformes, pero se quejan entre ellas y así se consuelan un poco. Por lo del viaje, les digo que ya que tienen voto, que propongan cambiarlo para que puedan viajar solas, y Tara me dice que ella es sólo una. Y yo le digo que así no se va a ningún lado, pero tampoco insisto más, porque para mí es muy fácil decirlo desde afuera, pero tampoco quiero meterle ideas en la cabeza porque luego ella se queda y debe de ser frustrante para la muchacha, el saber que en otros lados la mujer es igual que el hombre (bueno, aunque no sea así al cien por ciento, pero en comparación, creedme que lo es). Me entran ganas de coger a Taruna (su nombre al completo) y traérmela para España, y que estudie aquí y deje a los hombres estrechitos de mira en su querida India. Que no es que a ella no le guste, o a Mami, o a la hermana de Raj. Les pregunté y sí que son felices; además están orgullosas de ser indias, de sus tradiciones y costumbres. Es sólo que, muchas veces, son esas mismas costumbres las que las aprisionan...

Aquí salen todas las mujeres de la casa: Tara, la madre de Raj, Raussi, Mami, con el velo puesto, y la otra hermana. Les estoy muy agradecida por habernos acogido como lo hicieron.

3 comments:

  1. Me ha gustado mucho esta entrada! Muy interesante. Qué bonito es viajar y conocer culturas, eres una afortunada. Disfruta y ¡cuéntalo!

    un abrazo fuerte

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  2. Gracias Azurness! Me hace mucha ilusión que te haya gustado,tú que tb eres blogger. Un abrazo!

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  3. Bueno mujer jejeje, ya iré leyendo más cosas y te voy contando vale?? que tiene una pinta excelente, y no lo he podido hincar antes el diente un besazo

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